En 1477 se fundaba en Toledo un segundo convento de religiosas franciscanas bajo la advocación de Santa Isabel de Hungría, una de las personalidades más relevantes de la Orden seráfica. El nuevo monasterio fue obra de una dama toledana emparentada con los Reyes Católicos, doña María Suárez de Toledo. La ayuda de los Reyes Católicos para la creación del nuevo monasterio fue fundamental, puesto que don Fernando le cedió las casas principales de Toledo, en la colación de San Antolín, que había heredado de su madre Juana Enriquez.

Las obras palaciegas medievales conservadas en la clausura son de estilo mudéjar, y de especial relieve son las yeserías y las armaduras de madera. Entre las primeras destacan las contiguas al claustro de los naranjos, al claustro de los Laureles y al Patio de la Enfermería.

El patio recientemente restaurado por el Consorcio de la Ciudad de Toledo es el de la Enfermería. Este patio constituye el núcleo central del palacio edificado por Don Pedro Suárez de Toledo, hijo de Don Diego Gómez y Doña Inés de Ayala. Esta identificación se ha hecho gracias a la decoración heráldica que aparece en el alfarje de la galería baja del patio (El castillo de los Toledo y los cuatro lobos pasantes de los Orozco). La cronología la fija Martínez Caviró entre 1374 y 1375. Las habitaciones de este palacio se distribuyen en torno al patio de planta ligeramente rectangular definido por columnas de ladrillo de planta octogonal. En planta baja se conservan tres yeserías que dan acceso a los salones localizados en las crujías norte, sur y oeste. La tipología de dos de las tres yeserías es muy común en el mudéjar toledano, siendo el arco angrelado una de sus principales señas de identidad. El tipo de decoración de ambas, tanto del alfiz como del intradós, es vegetal, estimándose su fecha de realización en torno a la segunda mitad del siglo XIV.